jueves, 20 de mayo de 2010

Legado familiar


Un negocio prolijo, una clientela amable y fiel dan como resultado los bolsillos llenos. Es una ecuación que otro resultado no puede tener. Y todo esto pasará a ser de él cuando, el día de mañana, ya no me pueda ocupar de nada. Pero tendrá con que comer y con que ayudar a su madre. Si señor, un buen futuro le estoy dando.
- Si señora, ya se lo traigo, Bill ayúdame con esto, ¿quieres?
Si tan sólo el pequeño lo entendiera así. No hace más que faltar a lo que le digo y portarse indebidamente.

¿Porque no puede entender que no quiero nada de lo que él desea para mi? Negocio prospero llama a esta pocilga, negocio del demonio. No quiero, no quiero y no quiero. Y no se trata de una actitud de adolescente rebelde, como dice la vieja, no señor. No se trata de eso, se trata de que no quiero hacer la misma condenada vida que él hizo. No quiero seguir sus pasos para que, luego de trabajar como una mula durante años, deba seguir trabajando como una mula para pagar las cuentas y llegar a fin de mes. No señores, quiero vivir, disfrutar, no pensar día y noche en la plata, en el negocio y en las cuentas que pagar. Como si el condenado negocio nos hubiera dado algo bueno, a mi me quitó un padre y a mi madre un esposo.

Que bella familia, esto es lo que se llama una bella familia. Padre e hijo trabajando en el negocio familiar, hombro con hombro. Que buena vida debe tener el Sr. Kent y el pequeño Bill. Tan amables los dos, tan serviciales con sus leales clientes, tan cuidadosos de la pobre Martha que esta tan enferma. Si, este hombre esta educando de veras a su hijo…Que deseos de que mi esposo y Jack puedan hacer algo así el día de mañana.

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