sábado, 29 de mayo de 2010

Camino lento


El verano no es bueno en Buenos Aires. El cemento hace brotar el calor desde el suelo, que suma y se multiplica con el que el sol emite. Ni los atardeceres dejan descansar al cuerpo acalorado. Pero enero es un buen mes para estos trámites porque transita poca gente por la calle. Pocas miradas, pocos testigos. Ramirez me dió el informe temprano, a la hora habitual. Un asunto sencillo, sin complicaciones, me dijo con su voz rasposa de tanto pucho.

Tanto sol no me deja pensar bien pero es un asunto simple, sencillo. De esos que se pueden resolver en un santiamén. Los zapatos comienzan a picarme, comienzo a sentir el calor que brota desde el suelo en mis propias suelas. Es un asunto sencillo, hacer y huir. Limpio, sin rastros, sin testigos.

Paso la esquina del viejo bar. Paso sin mirar, los muchachos ya deben estar con el vermut y las discuciones del partido de ayer. Dos cuadras más. Una sunto sencillo, hacer y huir. Doblo y lo veo, a mitad de cuadra, de la mano de enfrente. Un asunto sencillo, salgo limpio y sin mancha. Debo cruzar la calle. Lo veo, camina rápido como si supiera, como si le hubieran dado la alerta. Piso el cemento de la avenida y siento el calor en los pies que sube por mis piernas hasta mis manos, mis dedos. La transpiración no me deja recordar la voz de Ramirez. "Es una sunto sencillo". Lo veo irse, camino rápido pero las lineas del cruce de peatones se hacen eternas. Siento el calor, la transpiración que pega la camisa a mi espalda. Palpo mi espalda y la transpiración rojiza fluye por mis dedos.

Las lineas se hacen largas. La voz de Ramirez resuena en mi, lejana,"es un asunto sencillo".

Salvavidas




No recuerdo exactamente cuando la conocí, ni donde. Creo que fue una noche de lluvia. Una de esas noches para el olvido, donde todo se ve feo y gris. El primer recuerdo que tengo de ella es su pelo mojado oliendo a cigarrillo y sus largas piernas templando del frio. La vi tan sola, tan triste, tan tantas cosas que no pude resistirme a abrazarla, a besarla y, un rato después, a amarla.


Y estaba otra vez aqui, volviendo a ser lo que trataba de ser. Tocó el timbre, me asomé por la ventana y la ví en el medio de la calle agitando sus brazos como un ahogado esperando que le tiren un salvavidas.


No teniamos nada en común más allá de la soledad. No era lo que mi madre dice una buena niña. Estaba sola en el mundo y buscaba compañía en lo primero que encontrara, en cualquier cosa que le prometiera un poco de vida, un suspiro de amor. Pero esa noche se topo conmigo. Y yo no tenía sólo un suspiro, podía resusitarla, darle la respiración que necesitaba para vivir. Si, me estiraba los brazos como un ahogado esperando que la salven.


Un ahogado que ya no aguanta más el incesante pataleo, comienza a caer y se pierde en la negrura del mar. De esa misma forma, unas cuantas olas la arrastraron y no la volví a ver. Hasta este timbre y sus brazos otra vez en la superficie llamandome. Baje rápido por las escaleras y abrí la puerta de calle. Ahí estaba, al lado del auto con sus piernas flacas, su pelo mojado y el rimel corrido.


-Sacame de este mundo, llevame con vos- me dijo mirándome seria, sabiendo que este tipo de cosas se dicen sólo un vez en la vida. No le conteste, sobraban las palabras. Había algo en esa tierna ahogada que me decía que debía ser su salvavidas. La tome de la mano y entramos al auto. Ahí fue cuando me convencí de que quién se ahogaba era yo y ella había llegado para salvarme.

jueves, 27 de mayo de 2010

Rueda


Comía algodón y miraba. Comía algodón y pensaba. Comía algodón y todo giraba mientras la música alegre llegaba a sus oídos.
Giraba y pensaba que cabía la posibilidad. Sería lógico creerlo así. Alguna vez había escuchado a alguien decir que el universo era un mundo dentro de otro mundo dentro de otro mundo dentro de otro mundo, hasta el infinito. Que cada cosa de nuestro mundo formaba parte de uno aún mayor y, ese mismo, de otro aún mayor. No recordaba donde lo había escuchado. Tal vez en la televisión...¿algón dibujo animado? O tal vez en un libro. Era más probable que una teoría de así estuviera en un libro. Los libros le otorgan seriedad a las cosas.
Comía algodón, su gran algodón, y pensaba. Y giraba. La música formaba parte de otra melodía tocada en algún otro lugar, una nota de algún otro concierto en alguna parte del universo. Si, eso tenía sentido. Por lo menos lo tenía mientras giraba. La tierra firme le da otra perspectiva a los pensamientos, todo se vuelve más chato, más real, más cuadrado y lo mágico se vuelve imposible. Pero en este caso cabía la posibilidad de que las conclusiones sean iguales girando y en tierra firme.

-Las nubes son el algodón de azúcar de alguien en algún lugar de otro universo.

Por si acaso, por si la magia finalizara al bajar de la rueda, al dejar de escuchar la música desde lo alto, hizo palabras su pensamiento. El viento se las llevó pero estaba seguro que aquel que comía algodón en algún lugar de otro universo las escuchó.

Nothing to lose


Anduvimos toda la noche. El sordo silencio de las oscuridad nos tranquilizaba y, al mismo tiempo, se volvía perturbador. Andábamos como quién respira, sin pensarlo cruzando el campo y la inmensa negrura.

Comenzó a amanecer y la radio dejo de funcionar. A esa altura del camino ni las torpes canciones de la radio local podían cortar el silencio reinante, dentro y fuera del auto.

No nos habíamos dicho dónde, sólo subimos y andamos. Nos largamos a la carretera, como se dice en las películas.

El sol mostraba sus primeros resplandores naranjas y me miraste fijo. Por primera vez desde que subimos sacaste la vista del asfalto. Los segundos se hicieron eternos, me sostenías la mirada pero sin mirarme. Te conozco, por dentro tuyo pasaban miles de pensamientos, miles de horas, miles de palabras, miles de imagenes de una vida que habiamos dejado atrás.


-¿Te olvidaste de algo?- me preguntaste suavemente como si esto fuera un simple viaje de placer. Te negué con la cabeza, aún desconcertada por tu pregunta. Esperaba más. No creía que me fueras a rebelar el porque de toda esta vida, pero si algo más que una trivial pregunta de turistas en vacaciones.


El sol comenzaba a calentar el ambiente y se sentía en el auto. Seguíamos andando.


-El horizonte está aún muy lejos- me dijiste con la mirada en el cielo.

-Sigamos entonces - te dije- No tenemos nada que perder.

jueves, 20 de mayo de 2010

Legado familiar


Un negocio prolijo, una clientela amable y fiel dan como resultado los bolsillos llenos. Es una ecuación que otro resultado no puede tener. Y todo esto pasará a ser de él cuando, el día de mañana, ya no me pueda ocupar de nada. Pero tendrá con que comer y con que ayudar a su madre. Si señor, un buen futuro le estoy dando.
- Si señora, ya se lo traigo, Bill ayúdame con esto, ¿quieres?
Si tan sólo el pequeño lo entendiera así. No hace más que faltar a lo que le digo y portarse indebidamente.

¿Porque no puede entender que no quiero nada de lo que él desea para mi? Negocio prospero llama a esta pocilga, negocio del demonio. No quiero, no quiero y no quiero. Y no se trata de una actitud de adolescente rebelde, como dice la vieja, no señor. No se trata de eso, se trata de que no quiero hacer la misma condenada vida que él hizo. No quiero seguir sus pasos para que, luego de trabajar como una mula durante años, deba seguir trabajando como una mula para pagar las cuentas y llegar a fin de mes. No señores, quiero vivir, disfrutar, no pensar día y noche en la plata, en el negocio y en las cuentas que pagar. Como si el condenado negocio nos hubiera dado algo bueno, a mi me quitó un padre y a mi madre un esposo.

Que bella familia, esto es lo que se llama una bella familia. Padre e hijo trabajando en el negocio familiar, hombro con hombro. Que buena vida debe tener el Sr. Kent y el pequeño Bill. Tan amables los dos, tan serviciales con sus leales clientes, tan cuidadosos de la pobre Martha que esta tan enferma. Si, este hombre esta educando de veras a su hijo…Que deseos de que mi esposo y Jack puedan hacer algo así el día de mañana.

De Manuelas y cafés




- Si conocieras a Manuela... - dijo con el tono reflexivo amenazante que carancteriza a la frase con olor a ron y café.


- Y dale con Manuela, pues dime que tiene Manuela que la citas cada vez que hablamos de mujeres o de desafortunadas mujeres - le preguntó mirandolo interrogante, ya cansado de la frase con puntos suspensivos sobre le final.


- Si conocieras a Manuela sabrías que tiene para darte lo que otras mujeres no. Puede dejarte en sus manos en un santiamén.


- Lo único que me falta además de mujeres desafortunadas es mujeres controladoras, capaces de dejarnos a sus pies a cambio de migajas de pasión y unos besos de esos que se terminan antes de empezar a ser buenos.


-Si conocieras a Manuela no dirías eso, cada mirada suya es un comenzar y terminar todo a la vez...


-Es lo que te digo: migajas, miraditas de lejos. Para eso me miro yo en el espejo.


-No puedes comprar a la mirada de Manuela con alguna otra. Si nunca te ha mirado no puedes saber lo que sus manos pueden hacer.


-Te lo dije: manipulación. Las mujeres nacen con el título de Manipuladoras, si te dan algo es porque algo te van a pedir algo a cambio. Si no es un regalo, es que su madre se quede en la casa un mes..y si no es eso, plata de seguro será!


- Manuela no vive de la plata...migajas a pensa le quedan.


-Migajas...eso dicen ellas cuando tu sueldo llega a fin de mes. Pero qué bien saben gastarlo en cosas que no son para comer.


-A Manuela la puedes comer...sabrosa es del derecho y del revés...


-Es lo peor, las bonitas son peores. Hoy te endulzan con el jugo de sus curvas y mañana te sacan hasta lo que no tienes. Y ni que decir que la belleza de hoy no es eterna, en el futuro se despiertan igual que tu suegra.


-A la madre de Manuela no la conozco..pero debía de tener los mismos labios picaros. Mil ciempiés no podían compararse con el movimiento de sus labios al besarse.


-Si no conoces a su madre es porque lo que quiere contigo es solo acostarse. Que bueno podría ser pero seguro al final con tu plata se quiere quedar...Bien putas vienen cada vez más, chicas decentes como las de antes no hay.


- Si conocieras a Manuela no creerías que es una puta cualquiera..de enamorarte, es la única capáz...

jueves, 13 de mayo de 2010

Labios rojos


El humo blanco salía de su boca, suavemente como si cada particula gozara del contacto con sus labios. No era el único ser que los había elogiado.

Inhalaba. John y las noches de luna parisina. Tan lejanamente cerca que sentía asfixiarse por sus mensajes insistentes pidiendo un nuevo encuentro. Su vida amorosa era semejante a una danza, acercarse y alejarse al compáz de sus deseos. Deseos que le pedían no arrinconarse en relaciones que demandaran demasiada atención. Exhalaba.

Inhalaba. ¿Paul seguiría pensando en filmar su protagonico? Seguramente fue una de esas promesas que se les dicena las jóvenes actrices en una noche de alcohol a cambio de un poco de acción. Nunca le dio verdadero crédito, ella no era una principiante. Pero también buscaba acción. Exhalaba.

Inhalaba. No había vuelto a ver, a sentir , a oler, a desear a un hombre como Bill. Era la causa y la consecuencia del ritmo de su vida amorosa. Un hombre que se niega a ocupar el lugar que una mujer le desea dar. Eso para ella era imposible. Para alguien con su poder de convicción, para alguien que podía llevar de las narices a cuantos quería era algo así como un desafio. Exhalaba.

Inhalaba. Una larga lista. Poseer hombres sin deseo, hombres comestibles que sólo sirven para lograr algo más. Tenía experiencia en ese tipo. Pero Bill era distinto, podía desnudar a su ser con sólo una mirada. Podía desarticular cualquier engaño con unas pocas palabras. Tuvo la capacidad de decirle "Adios". Exhalaba.

Inhalaba. "Has recorrido un largo camino muchacha", se lo había dicho mirándola fijo en el pisito de New York. Y había sido el puntapié de la carrera exitosa de Bill como publicista. Y pensar que era la única frase publicitaria que le sentaba bien, la única frase comercial que decía algo de lo que sentía ser. Exhalaba el humo blanco entre sus labios rojos.