jueves, 27 de mayo de 2010

Rueda


Comía algodón y miraba. Comía algodón y pensaba. Comía algodón y todo giraba mientras la música alegre llegaba a sus oídos.
Giraba y pensaba que cabía la posibilidad. Sería lógico creerlo así. Alguna vez había escuchado a alguien decir que el universo era un mundo dentro de otro mundo dentro de otro mundo dentro de otro mundo, hasta el infinito. Que cada cosa de nuestro mundo formaba parte de uno aún mayor y, ese mismo, de otro aún mayor. No recordaba donde lo había escuchado. Tal vez en la televisión...¿algón dibujo animado? O tal vez en un libro. Era más probable que una teoría de así estuviera en un libro. Los libros le otorgan seriedad a las cosas.
Comía algodón, su gran algodón, y pensaba. Y giraba. La música formaba parte de otra melodía tocada en algún otro lugar, una nota de algún otro concierto en alguna parte del universo. Si, eso tenía sentido. Por lo menos lo tenía mientras giraba. La tierra firme le da otra perspectiva a los pensamientos, todo se vuelve más chato, más real, más cuadrado y lo mágico se vuelve imposible. Pero en este caso cabía la posibilidad de que las conclusiones sean iguales girando y en tierra firme.

-Las nubes son el algodón de azúcar de alguien en algún lugar de otro universo.

Por si acaso, por si la magia finalizara al bajar de la rueda, al dejar de escuchar la música desde lo alto, hizo palabras su pensamiento. El viento se las llevó pero estaba seguro que aquel que comía algodón en algún lugar de otro universo las escuchó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario